En la infancia se encuentran diferentes trastornos que son comunes de la edad y deben ser tratados eventualmente para que no se desarrollen ni se agraben en la edad adulta
Autismo
Enuresis
Encopresis
Terrores
nocturnos
Trastorno
de déficit de atención o niños
hiperquinéticos
Angustias por separación
Maltrato infantil
Niños superdotados
Trastorno
de pánico en niños y adolescentes
Terapia infantil
y familia
Trastornos
de aprendizaje
Mutismo selectivo
Trastornos
de rivalidad entre hermanos
Consecuencias del abuso sexual
Autismo
Trastorno psiquiátrico
infantil grave. Consiste en el aislamiento del entorno
encerrándose en sí mismo. Hay un importante
bloqueo en la comunicación y respuestas raras
a determinados estímulos del medio ambiente.
Aparecen de 2 a 4 niños cada 10.000. Es más
frecuente en los varones y más común en
las clases económicamente altas. A partir del
cuarto mes aparece la ausencia de movimientos habituales,
apatía y desinterés hacia los demás.
El pequeño se encierra en rituales y juegos estereotipados.
Salvo a los padres o adultos cercanos, no les dirige
al resto de las personas miradas de interés.
Se preocupa por lo inmutable y lo idéntico. En
general son niños buenos y dulces, y pueden vincularse
con familiares de estrecha relación. Con relación
al origen, no existe una clara explicación, puede
ser predisponente la rubeola materna, la meningitis,
encefalitis. Su evolución es crónica e
incapacitante. Su tratamiento se basa en técnicas
educativas especiales y uso de psicofármacos.
En el ingreso hospitalario se trabaja en equipo y siempre
en constante intercambio con el niño.
Eneuresis
Es una enfermedad frecuente
en los niños. Consiste en la emisión involuntaria
de orina por falto de hábito en el control de
esfínter de la orina después de los 4
o 5 años de edad. Es frecuente que estas situaciones
ocurran durante el sueño por lo que usualmente
se denominan enuresis nocturna, si ocurren de
día, enuresis diurna. Cuando la dificultad
para controlar es desde pequeño sin períodos
largos en los que controla se denomina: enuresis
primaria. Si el niño llega a controlar la
emisión de orina y después pierde el control
es una enuresis secundaria. El trastorno disminuye
en frecuencia según avanza la edad y es excepcional
después de la adolescencia. Se produce por causas
psicológicas y está relacionado con la
ansiedad que despiertan algunos conflictos especialmente
dentro del área familiar, su tratamiento estará
orientado en un contexto familiar, siempre que se descarte
que la incontinencia se deba a causas orgánicas
Encopresis
Deposición
involuntaria o voluntaria de heces en lugares no adecuados.
En general habla de una situación de conflicto
emocional. Es de mayor patología que la enuresis
y más rara.
No debe llegarse a un diagnóstico antes de los
4 o 5 años, edad en que se llega a controlar
esfínteres.
Terrores
Nocturnos
Aparecen en niños completamente
normales. El niño da un grito de terror, se sienta
en la cama con los ojos abiertos, realiza movimientos
de defensa pidiendo ayuda, gritando y quejándose.
No responde a la ayuda que se le ofrece, cede al pánico
y se duerme. Cuando despierta no recuerda nada de lo
sucedido. No hay que preocuparse, en general no es un
proceso patológico, tiende a desaparecer con
la edad.
Angustia
por Separación
Angustia
producida cuando se rompe un vínculo afectivo
estrecho. La experimentan los niños muy precozmente
cuando se sienten sin la presencia materna. En general
aparece en el octavo mes de vida cuando la madre desaparece
del campo de visión del bebé. Este tipo
de angustia estará relacionado con el tipo de
relación que establezca con la madre, cuanta
mayor seguridad exista, menos se angustiará el
pequeño.
Esta
angustia se puede repetir frente al miedo de quedar
solo en a escuela, temor de que viajen los padres, etc.
En la adultez estos sentimientos pueden revivirse frente
a separaciones de vínculos significativos, divorcios
de los cónyuges, casamiento de los hijos y todas
aquellas situaciones que puedan ser vividas como abandono.
Maltrato
Infantil
UNICEF
define al maltrato como toda conducta de un adulto que
repercute desfavorablemente sobre el desarrollo psicofísico
- sexual de un menor. Se estima que al menos 6 millones
de niños Latinoamericanos sufren de algún
tipo de maltrato por un adulto. En general se suele
creer que está relacionado con un nivel socio-económico
bajo o con la pobreza, pero últimos estudios
confirman que aún en estratos altos el maltrato
existe, por la presencia de determinados trastornos
emocionales en adultos y conflictos severos en modos
de relacionarse de algunas familias.
El
abuso sexual o pedofilia es aquella conducta
que consiste en que un adulto mantenga contacto sexual
con un niño, sin que exista por parte del menor
aprobación. Esta acción es considerada
como un abuso pues va contra la libertad del menor como
persona y crea trastorno de personalidad en él.
Tanto niñas como niños pueden ser molestados
sexualmente. Por lo general el adulto coloca al niño
entre sus rodillas, les toca los
genitales
o se exponen desnudos frente a ellos invitándolos
a que los toquen. Lo que es penetración se da
solo en un 10 por 100 de los casos de abuso sexual infantil.
Generalmente
el niño tarda en contar a su familia lo ocurrido,
pues se encuentra asustado. En la mayoría de
los casos el pedófilo es conocido de la familia:
un vecino, un amigo o un familiar. En este último
caso el niño tardará más en contarlo
pues está amenazado por el pedófilo.
Se
puede sospechar que se ha producido un abuso sexual
por las siguientes observaciones:
- Dificultad
del niño para caminar o para sentarse.
- Poco
interés en participar de algunas actividades
físicas.
- Ropa
interior manchada de sangre, rota o sucia .
- Dolor
en las zonas genitales etc.
Niños
Superdotados
Se
definen por poseer aptitudes que sobrepasan claramente
la capacidad media de los niños de su edad y
por tener un talento creador en uno o varios campos.
Superdotados
y precoces no son sinónimos.
La
problemática de estos niños se relaciona
con el hecho de que la superioridad intelectual no entraña
necesariamente el éxito, ni el éxito implica
el desarrollo de la personalidad, ni la preparación
para la asunción del fracaso y la frustración.
Así por ejemplo, un pequeño problema puede
ser un factor de desadaptación con regresión,
pérdida de motivación e indiferencia escolar.
El medio exterior desempeña un papel muy importante
en la inadaptación (expectativas de la familia,
profesores, pueden suponer importantes conflictos ante
una contrariedad o fracaso). Los autores coinciden en
que los posibles problemas son individuales, pero parece
que las necesidades de adaptación aumentan a
mayor C.I. (coeficiente intelectual)
La
falta de paralelismo entre madurez intelectual y madurez
psicoafectiva puede suponer una desadaptación
interna y social (tendencias a grupos de mayor edad,
exigencias familiares...). Así paradójicamente
pueden presentar fracaso escolar por falta de interés
o motivación hacia las actividades escolares.
Trastorno
de Pánico en Niños y Adolescentes
El
trastorno de pánico es un desorden común
y tratable. Los niños y adolescentes con el desorden
de pánico sufren períodos inesperados
y repetidos de intenso terror, o incomodidad, acompañados
de otros síntomas tales como palpitaciones rápidas
y falta de aliento. Estos períodos se llaman
"ataques de pánico" y duran desde algunos
minutos hasta horas. Los ataques de pánico se
presentan sin dar aviso. Los síntomas de un ataque
de pánico incluyen:
- Terror
intenso (un presentimiento de que algo terrible está
por ocurrir).
- Palpitaciones
rápidas del corazón, taquicardia.
- Mareos
o vértigos.
- Falta
de aliento o el sentirse sofocado.
- Temblores
o sacudidas.
- Una
sensación de irrealidad.
- Miedo
de morir, de perder el control o de volverse loco.
Si
no se diagnostica y se trata, el desorden de pánico
y sus complicaciones pueden ser devastadores. Los ataques
de pánico pueden interferir con las relaciones
sociales, el trabajo escolar y el desarrollo normal
del niño o del adolescente. Los niños
y adolescentes que padecen del desorden de pánico
pueden comenzar a sentirse ansiosos la mayor parte del
tiempo, aún cuando no están teniendo un
ataque de pánico. Algunos comienzan a evitar
situaciones que ellos temen le puedan producir un ataque
de pánico, o situaciones donde puede que no haya
ayuda disponible. Por ejemplo, un niño puede
negarse a ir a la escuela o a separarse de sus padres.
En los casos más severos, el niño o el
adolescente puede temer el salir de la casa. Este patrón
de evitar ciertos lugares o situaciones, se llama "agorafobia".
Algunos niños y adolescentes con desorden de
pánico pueden desarrollar una depresión
mayor y pueden correr el riesgo de un comportamiento
suicida. Tratando de reducir la ansiedad, algunos adolescentes
con desorden de pánico usarán el alcohol
o las drogas. Una vez que ha sido propiamente evaluado
y diagnosticado, el desorden de pánico usualmente
responde bien al tratamiento.
Los
niños y adolescentes que presentan síntomas
de ataques de pánico deben de ser evaluados primero
por su médico de familia o pediatra. Si no se
encuentra una enfermedad o condición física
que cause los síntomas, se debe llevar al niño
a un psiquiatra de niños y adolescentes para
que le haga una evaluación extensa o comprensiva.
Hay
varios tipos de tratamiento que son eficaces.
Hay
medicamentos específicos que pueden parar los
ataques de pánico. La psicoterapia puede también
ayudar al niño y a la familia a aprender formas
de reducir el estrés o los conflictos que pueden
causar un ataque de pánico. Muchos niños
y adolescentes con desorden de pánico responden
bien a la combinación de medicamentos y psicoterapia.
Con tratamiento, se puede poner término a los
ataques de pánico. El tratamiento oportuno puede
prevenir complicaciones del desorden de pánico,
tales como la agorafobia, depresión y el abuso
de substancias.
Terapia
Infantil y Familia
En
la terapia familiar el foco de tratamiento
es el sistema familiar y el principio central y común
a las distintas modalidades existentes es que los integrantes
de un sistema familiar interactúan entre sí.
La terapia de familia debe ser el tratamiento de primera
elección en los casos en que la sintomatología
del niño o del adolescente es el resultado de
una disfunción del sistema familiar:
Terapia
con juegos
Muchos niños
tienen dificultad para expresarse a través de
un nivel verbal. La inmadurez de su lenguaje y un vocabulario
limitado, restringe su habilidad para identificar sentimientos
y preocupaciones. Estos niños pueden expresarse
de una manera más efectiva como por ejemplo el
juego libre. El lenguaje del juego refleja las presiones
y demandas de la vida diaria. Los niños necesitan
implicarse en juegos apropiados para su edad y los padres
los pueden ayudar a disfrutar de estos.
En la entrevista
con el terapeuta está presente la caja de juguetes
con los que el mundo del niño pueda ser proyectado
y la relación con el terapeuta debe proporcionar
una situación que facilite la emergencia de estas
historias. Las investigaciones indican que los niños
que muestran más actividades fantasiosas tienen
niveles más altos de inteligencia y de rendimientos
académicos.
El juego
es fundamental para el desarrollo en el adulto de las
habilidades para la resolución de problemas.
El juego con otros ayuda al niño a prepararse
para los roles adultos.
A pesar
de que el juego se ha utilizado en intervenciones terapéuticas
no existe aún una teoría clara del juego
normal o anormal. El uso excesivo del juego o la fantasía
puede tener implicaciones negativas especialmente cuando
el niño utiliza la imaginación como defensa,
para escapar de los problemas o cuando predominan las
fantasías de violencia, sangre o daño
a otros.
La evaluación y la terapia del juego se usan
para descubrir y resolver problemas. El fin de la terapia
de juego es separar la fantasía de la realidad
y ayudar al niño a asimilar la realidad de su
mundo.
Los niños
muy ansiosos exhiben conductas en las que se observa
una ruptura del contenido del juego, realizan actividades
no relacionadas con temas previamente iniciados.
Los niños
fóbicos limitan el uso del espacio permaneciendo
en una esquina durante toda la sesión y los niños
hiperactivos y distraídos se mueven por toda
la habitación, tocando todas las cosas de manera
impulsiva incapaz de desarrollar o estructurar el juego
espontáneo.
La terapia
de juego se diferencia de otros tratamientos porque
usa el contacto físico activo y el control. Aunque
la terapia de juego no está indicada para todos
los niños es especialmente valiosa para niños
con problemas psicosociales, y baja autoconfianza.
El valor
terapéutico del juego y del uso de la imaginación
se deriva del hallazgo de que: la imaginación
ayuda a reducir el estrés, y cuando se usa en
técnicas de relajación aumenta su poder
terapéutico, el soñar despierto ayuda
al niño a planificar un futuro más efectivo,
la fantasía ayuda a ser más sensible al
estado de ánimo y necesidades del otro. Además
ayuda también a aprender más acerca de
sí mismos, a aumentar su autoconcepto, la imagen
corporal y su ego.
Mutismo
Selectivo
Se trata de un trastorno caracterizado
por una notable selectividad de origen emocional en
el modo de hablar, de tal forma, que el niño
demuestra su capacidad lingüística en algunas
circunstancias, pero deja de hablar en otras circunstancias
definidas y previsibles. Lo más frecuente es
que el trastorno se manifieste en la primera infancia.
Su incidencia es aproximadamente la misma en ambos sexos
y suele acompañarse de rasgos marcados de ansiedad
social, retraimiento, hipersensibilidad o negativismo.
Es típico que el niño hable en casa o
con sus amigos íntimos pero permanezca mudo en
la escuela o ante extraños.
El diagnóstico
presupone:
- Nivel
de comprensión del lenguaje normal o casi normal.
- Capacidad
de expresión del lenguaje que es suficiente
para la comunicación social.
- Presencia
demostrable que el enfermo puede hablar y habla normalmente
o casi normalmente, en algunas situaciones concretas.
Sin embargo,
una minoría significativa de niños con
mutismo selectivo tiene antecedentes de otro
retraso del lenguaje o presenta problemas de articulación
del mismo lo cual no excluye el diagnóstico,
con tal que haya un nivel adecuado de desarrollo del
lenguaje para una comunicación efectiva y una
gran disparidad en como se utiliza el lenguaje según
el contexto social, como por ejemplo que el niño
hable de manera fluída en algunas ocasiones y
permanezca mudo o casi mudo en otras. Además
debe estar presente un fracaso para hablar en algunas
situaciones sociales concretas pero no en otras. El
diagnóstico requiere que el trastorno del lenguaje
sea persistente y que haya constancia y posibilidad
de predecir las situaciones en las que la expresión
oral tiene lugar o no. Suelen presentarse además
otras alteraciones emocionales en relación con
las circunstancias sociales, pero éstas no forman
parte de los rasgos necesarios para el diagnóstico.
Estas alteraciones no son siempre las mismas, pero son
frecuentes rasgos anormales del modo de ser (en especial
hipersensibilidad social, ansiedad social y retraimiento
social) y es frecuente un comportamiento oposicionista.
Trastorno
de rivalidad entre hermanos
La mayoría de niños
menores presentan alteraciones emocionales tras el nacimiento
del hermano que les sigue. En la mayoría de los
casos el trastorno es leve, pero la rivalidad o los
celos surgidos tras el nacimiento del hermano menor
pueden persistir marcadamente en algunos casos.
El trastorno
se caracteriza por la combinación de:
- La presencia
de rivalidad o celos fraternos.
- Manifestación
de una competitividad marcada con los hermanos para
lograr la atención y el afecto de los padres.
Por
esto, para ser considerados como anormales deben acompañarse
de un grado poco frecuente de sentimientos negativos.
En casos graves puede acompañarse de hostilidad
y agresiones físicas o maldad hacia el hermano.
En los casos menos graves, puede manifestarse por un
rechazo a compartir objetos, una falta de consideración
y relaciones amistosas empobrecidas.
El
trastorno de las emociones puede adoptar formas muy
variadas, con frecuencia se acompaña además
de alguna regresión con pérdida de capacidades
previamente adquiridas (tal como control de esfínteres)
y una predisposición a un comportamiento pueril.
A menudo, el enfermo quiere imitar al bebé en
actividades que le proporcionan atención de los
progenitores como la alimentación. Suele haber
un aumento de las confrontaciones o comportamiento oposicionista
con los padres, rabietas acompañadas de agitación
y trastornos de las emociones como ansiedad, tristeza
o aislamiento social. El sueño puede estar alterado
y con frecuencia hay un aumento de la actividad dirigida
hacia la búsqueda de atención de los padres,
como en los momentos de ir a la cama.
Incluye:
celos entre hermanos
Excluye: rivalidades con compañeros (no hermanos)
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